En las ramas del almendro Que asoma por la baranda, Bajo la luz de la luna, Relucen las flores blancas; Albas son, como tus manos, Las que los claveles aman. Corre también el perfume Cuando ya es noche cerrada, El de rosas y jazmines Que esperan la madrugada.
En tal encanto nocturno La añoranza es quien hilvana Tanto los mundos perdidos Cual tu perdida mirada.
Duermen las aves su sueño Y espera paciente, el alba, Que despierten, una a una, Pues con su canto se embriaga. Van bajando las ardillas, Ésas que tienen su nido En lo alto de las ramas. Y por los montes distantes, Donde altiva vuela el águila, Rasgan el velo nocturno Los rayos de la esperanza.